Fondo motivador Fëanor


El elfo más importante (y poderoso) de los cuentos de Tolkien. Hijo primogénito de Finwë, el primer rey de los Noldor, destacó por dos cosas: fue un herrero insuperable (también inventó la escritura) y tenía una mala uva igual de insuperable. En la época en las que los primeros elfos, recién nacidos, viajaron por toda la Tierra Media hasta las tierras de los Valar, no había sol ni luna. Los dioses vivían bajo la luz de dos árboles, Laurelin y Telperion, de luz dorada y plateada respectivamente. Para preservar para siempre la luz de ambos árboles, Fëanor forjó tres gemas en las que capturó su esencia: los silmarils, sellando con ello para siempre el destino de Arda.

Baste decir que Morgoth, después de ser liberado después de un cautiverio que había durado tres edades completas, fingió arrepentimiento, engañó a todo el mundo y codició los Silmarils y su belleza. Se alió con Ungolianth, un espíritu de la oscuridad con forma de araña gigante (y madre de Ella-Laraña, ya que estamos), destruyó los dos árboles, mató a Finwë, robó los tres silmarils, huyó a la Tierra Media y ordenó que se los engastaran en una terrible corona de hierro, que desde entonces ostentó como muestra de su gigantesco poder.

Fëanor lloró la muerte de su padre, pero más aún la pérdida de sus preciadas gemas. Hizo un juramento en el que se comprometía a recuperar las tres piedras costara lo que costase, aniquilando a todo lo que se interpusiera en su camino. Con él, juraron sus siete hijos y muchos de los elfos Noldor, ya que con la muerte de Finwë, Fëanor era su nuevo rey. Desgraciadamente, se interpusieron en su camino los elfos Teleri, que vivían en las costas de las tierras de los Valar, que se negaron a prestarle sus barcos para perseguir su quimera. El conflicto resultante se llamó la Matanza de Alqualondë, la primera vez que un elfo derramaba sangre de elfo. Como colofón: Fëanor muere rodeado por balrogs como el de Moria, víctima de su soberbia, en medio de una batalla gigantesca contra las fuerzas de Morgoth.